Hay que decirlo, y hay que ser particularmente claros al respecto: las mesas de trabajo televisadas, esas en que las “autoridades de la zona” y “representantes del gobierno” se ven absolutamente serios, lápiz en mano, como tomando medidas que van a resolver el problema por el que atraviesan Quintero y Puchuncaví, no son más que una puesta en escena, inútiles. Son como una junta médica convencida que para detener el avance de un cáncer al paciente se le debe administrar una completa variedad de parche curitas.
El crimen ambiental se viene desarrollando hace muchos años, el aire envenenado se fu comiendo la vegetación, se abandonó la agricultura (que la hubo), la pesca artesanal se fue extinguiendo, las inversiones turísticas murieron de a poco y quedó ahí, solo para un ojo fino, el viejo cine que alguna vez lució Ventana como símbolo de desarrollo de lo que fue un verdadero e incipiente balneario.
Los amantes de la propiedad privada son en verdad amantes de la propia, la del otro la desprecian como han despreciado a cientos de comunidades a lo largo del país con sus proyectos agroindustriales, sus centrales hidroeléctricas o sus proyectos mineros.
Sepa la comunidad de Puchuncaví y Quintero que en el momento que abandonen la calle, le ponen la última lápida al territorio en que nacieron y crecieron. Todas estas comisiones de autoridades pesan el equivalente exacto a un paquete de cabritas. Sepan las comunidades que la institucionalidad ambiental es tan ambiental que todas esas empresas que los están matando hoy en día se fiscalizan así mismas. Si, se les confía a los productores de veneno que monitoreen ellos mismos si su veneno llega o no hasta la mesa de la gente, hasta los colegios de la gente, hasta los consultorios de la gente.
Sepa la comunidad que para cambiar todo eso, para que las autoridades sirvan de algo, para que las personas sean más importantes que las industrias, deben decidirse por proyectos políticos que sean específicamente pro-humanos, vale la pena probarlo, es necesario hacerlo, lamentablemente se ha llegado a un punto en que se trata de vida o muerte.
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