La única claridad política de estos tiempos nos conduce de manera irrevocable a decretar la necesidad de visitarnos nuevamente en la historia, de proclamarnos libres y soberanos, de asistirnos de forma colectiva en la preciosa tarea de entender que no hay proyecto de liberación más justo y necesario que aquel que abraza las banderas de salir a recuperar todo aquello de lo que nos han despojado. A 201 años de la primera independencia, las más altas ideas emancipadoras siguen tan vigentes como hace dos siglos.
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