La situación político-militar en Siria seguirá cambiando día a día. La caída del gobierno de Bashar al-Assad no es el fin del conflicto político militar en el país. Este seguirá con nuevos caras y nuevos rumbos.
El origen de las crisis hay que rastrearlo hace al menos 14 años, cuando una serie de conflictos políticos, religiosos, étnicos, económicos y geo políticos se hicieron evidentes.
El desenlace es impactante. Nadie de la población Siria salió a defender el gobierno de Al-Assad, lo que refleja el escaso apoyo ciudadano a su gobierno. El ejército Sirio se derrumbó como castillo de naipes, lo que refleja la crisis administrativa y económica que vivía el país después de años de guerra interna, incapacitado de darle sustento al ejército y a los aparatos represivos. Millones de desplazados que fortalecían desde fuera de las fronteras, en especial desde Turquía, las filas de las milicias islamistas, hacían presagiar nuevos y mayores escenarios de enfrentamiento. Hoy sabemos que rusos e iraníes habían advertido a Al-Assad de esta situación y de la ofensiva que estaba en curso. La incapacidad de acción de Al-Assad dejaban claro la escasa, o nula en algunas regiones del país, capacidad de gobernabilidad del régimen.
Sin embargo, esto no quiere decir que las fuerzas islamistas que han tomado el control militar de parte importante del país, cuenten con el apoyo de la población. La mayoría de la población siria espera, seguramente, que el cambio de régimen los libere de las sanciones económicas occidentales; que se puedan reabrir las rutas de comercio con los países vecinos; que pueda fluir la ayuda económica y humanitaria internacional occidental; que les devuelvan el petróleo y, por tanto, se arregle en algo su crítica situación de sobrevivencia. Estas expectativas explican, en parte, el casi nulo apoyo de la población a Al-Assad y la resignación a tener que soportar un eventual gobierno islamista en el país.
Sin embargo, todo eso está por verse. Es evidente que Estados Unidos no devolverá el petróleo. Es muy difícil que el actual gobierno turco acepte un territorio Kurdo autónomo en el norte de Siria con fronteras con Turquía. Es iluso pensar que los islamistas aceptarán un gobierno laico después de su victoria militar. Un sector importante de la oposición siria no aceptará un gobierno abiertamente islamista suní. Es difícil que el gobierno ruso acepte retirar sus bases militares en el mediterráneo. Los yanquis no querrán retirar sus bases militares en el nororiente y sur del territorio. Las minorías étnicas armadas no querrán ser dejadas al margen de las negociaciones. La izquierda siria y los nacionalistas, opositores por décadas al régimen de los Al-Assad, no aceptará un gobierno autoritario pro norteamericano. La clase trabajadora siria intentará recuperar en algo sus derechos arrebatados por años de guerra y de gobierno incapaz. Los kurdos seguirán alzados en armas luchando por un territorio propio. El gobierno israelí aprovechará la coyuntura y continuará avanzando en la ocupación de territorio sirio. Las distintas corrientes políticas y religiosas Palestina y Libanesa del eje de la resistencia seguirán acosadas y golpeadas con más fuerza. Los palestinos de Gaza sufrirán con más intensidad la opresión israelí. Los gobiernos fronterizos seguirán disputando las rutas comerciales y del petróleo que pasan por territorio sirio. En otras palabras, las contradicciones fundamentales que han generado la crisis seguirán presentes y en algunos casos se profundizarán. Ha sido derrotado un actor importante en el conflicto. Pero la crisis se mantendrá por mucho tiempo.
Para entender más profundamente el conflicto sirio, publicamos este interesante documental en 2 partes, elaborado hace 4 años y difundido por el canal HispanTV, que ayuda a entender lo que está pasando hoy en Siria, y aporta información de boca directa de los protagonistas de este conflicto. Esperamos que sea de ayuda para la reflexión de los militantes de izquierda anticapitalista latinoamericanos.
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