Por Matias Toledo
Ante la crisis de legitimidad que tienen las instituciones públicas, municipales y los partidos políticos, los pobladores y pobladoras nos vimos en la necesidad de levantar nuevos espacios de organización, de crecimiento, debate y formación. Es aquí donde nacen nuestras organizaciones sociales, ollas comunes, comités de emergencia, colectivos y el mismo Partido Igualdad como herramienta política de los y las que luchan, proponiendo la lucha sin, contra y desde el Estado como la forma adecuada para que el pueblo desarrolle su programa de acción política en estos tiempos de cambios y definiciones tan importantes para el futuro de nuestro país.
Primero que todo, aclarar que nosotros y nosotras entendemos el Estado como un ente de dominación, donde las clases dominantes tienen el control por sobre los oprimidos y oprimidas. Sin embargo, vemos la disputa de la institucionalidad como una tarea táctica, donde la finalidad no es ser parte de lo institucional, sino que desde ahí, implementar nuestra línea política estratégica. Esto conlleva la tarea de formular modernas formas de co-gobernar para cosechar nuevos modos de relacionarnos. Es decir, la conquista de un municipio no representa un fin en sí mismo, sino que más bien es la instalación de nuestra forma de hacer política de largo plazo, siendo una herramienta más para el buen vivir de nuestras comunidades.
Sabemos también que la construcción del poder popular es algo aún incipiente en nuestro país, independiente de todas las experiencias y procesos que se han llevado al paralelo a la fecha, existe un imaginario que se está formando y con cual estamos creciendo. Es por eso que el día de hoy tenemos tantos compañeros y compañeras jóvenes que vienen de la contingencia de la revuelta social, sin formación política, sin experiencia muchas veces en lo político/social, donde la mejor carta de presentación que tienen es ser independientes, estar en contra de la derecha y la izquierda… y bueno como no, si la concertación durante muchos años se autodenominó como parte de la “izquierda” chilena, por lo tanto se entiende el rechazo heredado. No obstante, sabemos que para aportar a la construcción del poder popular necesitamos que se construyan y fortalezcan más proyectos colectivos y menos iniciativas individualidades. Visualizamos, en este panorama inicial, que difícilmente lograremos cambiar las cosas de un día para otro, pero sabemos que vamos caminando a pasos agigantados y que nuestras conquistas permitirán traer esperanzas a este trayecto.
Debemos tener claro también que los partidos tradicionales son verdaderas máquinas electorales y ante su crisis de legitimidad buscan a personas con mucho trabajo social pero sin conciencia política para mantenerse vigentes y en cierta medida legitimados por la ciudadanía. Además, consideramos que la cooptación en la institucionalidad está muy arraigada, donde es muy difícil lograr dimensionar su complejidad, ya que existen muchos ministerios, subsecretarías, seremis, etc., con miles de trabajadores que son a la vez militantes de estas mismas maquinarias políticas. Por lo tanto, el desafío de transformar Chile tomará años, requiriendo de constancia y disciplina.
En esa perspectiva, creemos que es importante definir una la línea política “municipalista”, que nos permita trazar el camino a seguir a nivel nacional, esto debido a que nuestro pueblo humilde, sencillo y trabajador necesita transformar su precaria realidad; vivimos con un sentido de urgencia a flor de piel, donde las necesidades son el pan de cada día, por lo tanto el empoderamiento y la autodeterminación por medio de instancias de discusión, debate, democracia directa, participativa y vinculante son fundamentales para transformar la realidad y ser dueños de nuestro futuro; es aquí, que el “municipalismo” toma relevancia por su característica inmediata, esto nos permite llegar a lo cotidiano, a transformar los territorios, y hacer una comuna distinta y un esbozo del país que queremos.
Tipos de municipalismo
El primer tipo de municipalismo que definimos es del enfoque clásico, el cual fomenta el paternalismo, el clientelismo y tiene a la institucionalidad como el único espacio de formulación de línea y proyección política. Es aquí donde la derecha y la nueva mayoría (ex concertación), se construyeron políticamente, una institucionalidad corrompida, y que dentro de ella existe un permanente conflicto de poder político, económico y social.
La segunda escuela es la que podemos leer entre líneas por medio de la experiencia de la ALCALDÍA POPULAR, la cual buscó robustecer la institucionalidad creando un municipio con mayor presencia, un municipio garante de derechos por medio de farmacias populares, arriendo éticos, ópticas populares y un sin fin de proyectos que viene a suplir la necesidad que tienen los vecinos y vecinas con respecto al padre ausente, que ha resultado ser el Estado durante todos estos años. Claramente es un proyecto ambicioso y digno de considerar, sin embargo no abandona el carácter representativo donde el municipio interpreta las necesidades de las personas promoviendo iniciativas de bien común pero administradas por el ente municipal.
La tercera escuela que podemos vislumbrar es resultante de en un par de proyectos que impulsó la ALCALDÍA CIUDADANA, donde el foco estuvo puesto, en algunas ocasiones, en el fortalecimiento de las organizaciones sociales, la descentralización del poder, la distribución de la capitalización de recursos, y el desarrollo del cooperativismo. Todas estas iniciativas nos muestran una nueva forma distinta de gobernar y hacer política, que si bien no fueron elementos centrales de esta alcaldía, son subproductos que vimos entre líneas de los proyectos que se intentaron ejecutar desde este espacio. Sin embargo, analizamos que el municipio fomenta y crea iniciativas que permiten una coadministración, pero al no querer perder la vinculación institucional terminan siendo políticas paternalistas.
Teniendo en cuenta lo antes dicho, y alineando esto con la política Igualitaria, podemos decir que el Buen Vivir es el elemento base, guía y constituyente que le da forma a nuestra línea política, donde la participación y protagonismo popular son fundamentales en nuestro proyecto municipalista; Es por eso por lo tanto que el “Buen Vivir”, debe ser nuestro concepto utópico. Utópico, así como lo plantea Eduardo Galeano, el elemento movilizador.
Para nosotros, ¿qué es la Alcaldía Colectiva?
Es el resultado de años de trabajo territorial político, social y cultural. Una instancia compuesta por la sociedad civil donde las organizaciones sociales, colectivos, comités de allegado y adelanto, juntas de vecinos, ollas comunes, etc… pueden debatir y formular una línea política a implementar en relación con las alegrías, penas y necesidades de quienes habitan la negligencia y el abandono.
Deambulando entre robustecer un Estado, al mismo tiempo que también instalamos nuevos elementos revolucionarios que guarden relación con cambiar paradigmas base sobre cómo concebimos la política”. Para nosotros y nosotras los ejes fundamentales son:
- Fortalecimiento de las organizaciones sociales y las comunidades para desarrollar autonomía, autodeterminación y soberanía política.
- La profundización de la democracia por medio de la participación vinculante.
- La descentralización del poder.
- La descentralización de los recursos.
- Implementación de bienes comunes, como superación del publico/privado.
- El cooperativismo.
Estos elementos son claves para impulsar las transformaciones y para derrotar el asistencialismo, el burocratismo, el estatismo y las limitaciones de la democracia representativa que margina al pueblo de las decisiones y la participación.
Es por esto que para los igualitarios e igualitarias el municipalismo es fundamental para transformar la realidad de los territorios, pero a la vez es complementario a los ejes anteriormente expuestos donde la autonomía, la autogestión, el cooperativismo, el poder popular, etc. constituyen y transformarán cotidianamente nuestra nueva forma de hacer política, y aportan a la construcción del poder popular.
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