La adolescencia del Frente Amplio está siendo compleja y problemática como todo proceso de crecimiento. Y los meses que vienen lo serán aún más.
Hoy por hoy, asistimos a un momento político más que interesante pero en absoluto determinante. En casi tres décadas no hubo capacidad política para erosionar y finalmente destruir ese enorme cerco comunicacional, institucional y político que supone eso que llamamos “duopolio”. Hoy si, guste o no, acá estamos.
Los análisis de la encuestología y la sagrada palabra de los expertos electorales, definen en este momento una parte importante del debate. Las reflexiones periodísticas, de cientistas y opinólogos en general concuerdan en que el Frente Amplio es, en tanto expresión electoral, algo nada definitivo en ningún escenario y, en tanto proyecto, una maquinita de esperanza que comprenden muy bien en Ñuñoa y La Reina y muy mal en Puente Alto y la Pintana. El aplauso -en este punto-desde los sectores que construyen a la izquierda de nuestro partido y fuera del Frente Amplio, confunde.
Confunde porque nuestra lectura indica que en 30 años el único proyecto político realmente exitoso entre los sectores populares ha sido el de la derecha. Una sola presidencia de la República no dice mucho en ese sentido, pero que la UDI hasta hace poco haya sido el partido más votado en Chile debiera decirles algo. Y si no, chequear bancadas parlamentarias, alcaldías y concejales y luego -para que duela- buscar en la geografía electoral de Chile esos lugares en que entraron para quedarse sin que la izquierda lograra poner obstáculos importantes. Claro, era suficiente con plantear que el circo electoral no era para artistas de tan alto vuelo, claridad intelectual y por tanto automarginarse.
La política del testimonio, cuya centralidad sigue siendo el ombligo, esa que no se la juega porque se siente cómoda con el centro de alumnos y la plataforma provisoria para disputar la federación de estudiantes, o esa otra que organiza un par de centros culturales bajo el anuncio de que “nos fuimos a trabajar a las poblaciones”, la verdad constituye no solo un ejercicio simplista, reduce el desafío político a la nada misma y construye, lo acepten o no, en ausencia de Pueblo.
A nosotros nos basta con decir que somos Partido Igualdad, el que sabe algo de política y de movimientos de pobladores necesita solo eso para entender que este proyecto nace de ahí, de abajito, y si se instala y construye Frente Amplio es porque no dimos nunca una guerra por perdida, menos esta, en que se juega la posibilidad de avanzar programática y territorialmente mucho más allá de lo que podríamos hacer solos.
Mientras eso tenga sentido, acá seguimos.
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