Llama poderosamente la atención la incondicionalidad política completamente transversal que despierta el General Villalobos. Desde la presidenta de la República, pasando por su ministro de Interior, presidentes de partidos del duopolio y parlamentarios, salen en defensa de la integridad de un general de carabineros que a nuestro juicio deja un gusto a poco en todo lo que está pasando en la interna de la institución. Y como si fuese poco, probablemente solo en Chile el presidente de la Corte Suprema le dice por la prensa “que el problemas lo vamos a solucionar”. ¿Habrá pensado lo mismo cuando el escándalo se denunció por 7 mil millones, o por los 10 mil millones o por los 15 mil millones?. Ya vamos en 20 mil millones de pesos y las cifras dejaron de escandalizar.
Tendremos que suponer que este extraño optimismo de Hugo Dolmetch se debe a que se le han proporcionado valiosa información que los demás mortales ignoramos, que el pacto de salida para esta crisis no pasa por la aplicación de la justicia sino por anteponer el interés superior de las instituciones de la República y evitar una crisis mayor en lo que se dice es una de las instituciones más respetadas en el país. ¿No?.
Preocupa tanta lealtad y tanta incondicionalidad a un general de quien proyectan la imagen de rectitud y probidad que en verdad no tiene. El general Villalobos no solo era parte de la alta oficialidad de carabineros que recibía sobresueldos de los fondos reservados de la institución, es además el que con esos mismos ingresos se compró el terreno donde construyó una lujosa casa que aún no figura legalmente y por tanto aún no le paga al Estado lo que todos los demás chilenos pagamos por una propiedad.
Espalda con espalda, acá todos se cubren, la pérdida de pudor es absoluta.
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