En las plazas de las capitales y las ciudades más importantes del continente, centenares de organizaciones sociales y políticas se dan cita hoy para conmemorar el día internacional de los Derechos Humanos. Madres, hijos, padres, esposas, sobrinos, tías, miles de familiares de otros miles de hombres y mujeres que fueron identificados como un peligro para las burguesías nacionales y exterminados en nombre de la propiedad privada, la seguridad nacional y uno que otro proyecto de refundación o regeneración moral de la Patria. Al gorilaje latinoamericano siempre le gustó eso de matar como un ejercicio de saneamiento social. Después de Dios, el otro coautor de las matanzas fue siempre la Patria.
Hace apenas un puñado de días murió en Cuba ese gigante llamado Fidel. Rostro y conducción histórica de la lección de dignidad y resistencia más épica de este lado del mundo. El pueblo cubano se levanta hoy como testimonio de moral intacta y respeto a los Derechos Humanos. Sí, es que si nos ponemos serios, lo primero que debemos establecer es que no hay Socialismo si no hay un proceso de respeto al ser humano de una manera tan profunda y consistente que como sistema alternativo al Capitalismo enfrentaría su peor fracaso si pudiésemos encontrar un solo niño abandonado en sus calles. Pero no lo encontramos, ni lo van a encontrar. Un niño abandonado en la calle sería no solo el fracaso de un sistema sino también una vergüenza para cada cubano, pueblo rebelde incapaz de tolerar tal ofensa a la especie humano.
El 26 de noviembre, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, organismo dependiente de Naciones Unidas, publicó una carta de condolencias al pueblo cubano, en ella, entre otras palabras, Alicia Bárcena señalaba que “en tiempos donde el oprobio, la cotidiana subordinación, la miseria rampante y las desigualdades naturalizadas describían el paisaje social y el lugar marginal de América Latina y el Caribe en el mundo, la figura de Fidel se constituyó, en palabra y acción, en una demostración tangible que otro camino era posible”.
Si este día vamos a hablar de Derechos Humanos, hablemos de Cuba y su ejemplo mundial en materias de educación y salud. Si este día vamos a hablar de Derechos Humanos, sostengamos sin falsos pudores y sin la absurda necesidad de tener que pedir permiso, que para los pueblos pobres de la Tierra no hay mejor futuro que el que les puede ofrecer el Socialismo.
Si en Chile vamos a hablar de Derechos Humanos, que nos asista una vergüenza terrible y profunda, porque en este sistema de privilegios, de mandoneo empresarial, de tutelaje militar, de constituciones pinochetistas y familias que aún no saben qué pasó con sus familiares una vez que fueron secuestrados por las patrullas, aún no hay casa, ni hospitales, ni futuro para demasiada gente.
Los derechos Humanos no son –definitivamente- servicios que se puedan comprar, vender o alquilar. No es algo que venga en una promo, en la caja del plasma o una aplicación para teléfonos inteligentes usados por gente cada vez más estupidizada por esta sociedad de mercadeo y de masas babeantes por aparatitos para el entretenimiento vacío.
Si hoy vamos a hablar de Derechos Humanos, volvamos a decirle a la gente que toda la maquinara monstruosa de un Estado que masacró a una generación no lo hizo porque nuestros compañeros y compañeras “pensaran distinto”, se ensañaron en la tortura, en los fusilamientos y el exterminio porque esa preciosa generación de militantes lo que estaban construyendo se llamaba Socialismo.
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