Declaración publica: No basta con Aprobar La lucha Sigue

Al pueblo heroico:

Desatendiendo TODAS las demandas levantadas por nuestro pueblo, la ficción política oficialismo/oposición pactó en noviembre del 2019 un acuerdo cuya conveniencia operaba únicamente bajo la lógica de evitar que la crisis escalara, afectando la institucionalidad y forzando la salida prematura de Piñera desde La Moneda Que quienes asistieron con su firma al “acuerdo de por la paz” sentían que si caía Piñera caían ellos también.

El efecto pacificador del acuerdo no tuvo, ni por cerca, el efecto esperado. Las movilizaciones se mantuvieron y además comenzaron una fase de territorialización, haciendo emerger un conjunto importante de demandas locales altamente sentidas por nuestro pueblo. El único efecto concreto del acuerdo fue la oxigenación de un gobierno moribundo que en adelante tuvo el tiempo y el apoyo legislativo para responder al pueblo movilizado con una agenda criminalizadora de la protesta popular que fue atendida por los partidos que habían concurrido con su firma al acuerdo.

Derrotados, tanto el gobierno como un sector de la oposición, tuvieron la capacidad de reagruparse, parapetarse detrás de las FFAA y Carabineros y solo coincidente con la pandemia pudieron imponer un proceso constitucional hecho a su medida. Pero al país nunca lo pacificaron y muestra de ello es que hoy, un año después, la rebeldía popular sigue intacta.

Solo en el pueblo confiamos.

Pese a las reservas y sospechas que tuvimos sobre el acuerdo de noviembre, que incluso nos llevó a tomar la decisión de retirarnos del Frente Amplio, las y los igualitarios asumimos que nuestro lugar es la clase en la que fundamos nuestro proyecto político, y si nuestro pueblo decidió tempranamente dar también la batalla electoral-constitucional, no seríamos nosotros ni nosotras quienes iríamos contra ello.

Hoy, a cuatro días del plebiscito, guardamos la convicción de que la sabiduría de nuestro pueblo se impondrá a las fuerzas políticas del mal. Nos asiste la claridad absoluta de que la votación será histórica: el apruebo y la convención constitucional arrasarán en las urnas y la noche del domingo el país será la fiesta de este pueblo hermoso que ha sido duramente castigado desde 1973, particularmente durante la dictadura y este año de levantamiento popular.

Lo que no vamos a celebrar este domingo será la confianza equivocada de los ricos ni de sus dispositivos políticos, militares y policiales. Es un error creer que el plebiscito resuelve las demandas sociales y manda al pueblo a su casa. Esta vez no. La salida institucional, y por tanto pactada de 1988, no debe guardar parecido alguno con el escenario en curso.
Votar masivamente este domingo no debe suponer, por ningún motivo, delegar en los partidos que protegen la institucionalidad y el modelo la resolución de la crisis evidenciada con el levantamiento popular.

Desde Igualdad, herramienta política, clasista y popular, llamamos a nuestro pueblo a no bajar ninguna bandera, a no interrumpir ninguna movilización, a estar alertas, a involucrarse y disputar en todos los espacios en que se esté por resolver una parte del futuro del país.

Al plebiscito de octubre le siguen varias elecciones de distinto tipo, incluida aquella en que se elegirá a quienes redactarán la nueva constitución. Si Chile Despertó, si realmente estamos viviendo un nuevo periodo histórico, ha llegado entonces el momento del desalojo de todas aquellas fuerzas políticas que durante tres décadas, disfrazadas de progresismo y de izquierda, en lugar de terminar con la constitución de Pinochet y el Neoliberalismo, se acomodaron en aquella institucionalidad y profundizaron el modelo económico de exclusión e injusticia social. Su tiempo ya fue.

Este 25 de octubre ni termina ni comienza nada, es un hito importante de la lucha que asumimos y disputamos, pero frente a una clase política agotada y un gobierno patronal que en un año no dieron ninguna respuesta a las grandes demandas populares, solo queda cerrar filas y continuar la lucha. No basta con aprobar.

Santiago de Chile, 22 de octubre, a un año del Nuevo Chile

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