“La lucha electoral en el marco general de la lucha de clases”

Hombres y mujeres a través de la historia y en todas las latitudes han desarrollado las más diversas y variadas formas de lucha en contra de la explotación, la opresión y los abusos de todo tipo, nuestra historia está repleta de ejemplos, citaré algunos para graficar lo anteriormente expuesto. Desde las postrimerías del siglo 19 y durante todo el siglo recién pasado, obreros y artesanos se organizaron en mutuales y sindicatos para mejorar sus condiciones generales de vida, sus ingresos, su acceso a la salud y la educación, todo en el marco de la lucha por sus derechos sociales y políticos, en efecto producto de estas luchas en el año 1874 y bajo el gobierno liberal de Federico Errázuriz Zañartu se instauró en Chile el derecho al voto universal, que por cierto excluía a las mujeres, al cabo de 75 años y producto de la lucha decidida de grandes mujeres y con el apoyo de obreros, intelectuales y las organizaciones políticas populares se logró que durante el gobierno del radical Gabriel González Videla se instaurara en Chile el voto de la mujer. Lo anteriormente señalado implicó sin lugar a dudas un avance significativo en la vida de millones de chilenos y chilenas que vieron coronados sus esfuerzos por imponer a las élites el ejercicio pleno de estos y otros derechos civiles y políticos.
Hoy por hoy somos testigos de la baja participación en los procesos electorales. En la última elección de alcaldes y concejales votó menos del 40 por ciento de los habilitados para hacerlo, este no es el único problema que visualizo, la situación se agrava si consideramos la bajísima participación en sindicatos, organizaciones estudiantiles, culturales y artísticas, deportivas, de mujeres, etc.
Lo más arriba expuesto se explica, en mi opinión, a partir justamente de la política, o mejor dicho, del diseño de una política que tenía como objetivo alejar a las personas de la cosa pública, la política, aquello que sí o sí impacta nuestras vidas, seamos o no conscientes de ello. Esto inició en plena dictadura militar, fue adaptado y refinado a partir de 1990 en el gobierno de Patricio Aylwin, y se hizo por ejemplo trasladando y reservando el debate político a las instituciones del estado, parlamento, ministerios, intendencias y gobernaciones, municipalidades. La sede del partido fue abandonada, a veces cerrada por decreto, se dejó de alentar la conversación, el análisis, no les interesaba, no les convenía.
Bueno, el objetivo de las élites se cumplió, a lo menos 6 de cada 10 chilenos y chilenas responden tal y como se esperaba que respondieran, ellos satisfechos pues esto les significa una gran ventaja para seguir imponiendo sus modos de vida, caracterizados por el individualismo, el consumo sin límites, para imponer su hegemonía, su dominación.
Solo me resta invitarles a la reflexión, a sobreponerse a la apatía, a confiar en el otro, a participar activamente de lo público. En definitiva a ser sujetos de vuestra y nuestra historia.

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